No tengo escritorio
tengo que hablarte desde la
postura de un iceberg
con la espalda inclinada sobriamente
y tantas capacidades truncas una
sobre otra
en este instante íntimo de la
historia
el deber sostenerse de los
propios
agujeros constituyentes
es la función que se nos ha asignado
viene primero probar
mecanismos artificiales
comprobar que no se es robot ni
espárrago
autómata ni ave libre de cuya cola
cuelga el hilo pequeño del que se ha
liberado
después lo saben
enamorarse. darse vuelta
hasta ser culebra camuflada
cómoda
en
un panorama límpido de colores
combinados
y hallar en otro una parte sustituyente
envidia de que en la repartija
esa belleza no nos haya tocado.
el final es decir
soñé que me moría.
la cola de una rata que al prender
la luz
siempre sentimos que se ha escondido
justo antes
y que ya surgirá luego,
cuando un golpe seco cierre la
puerta.
ella
no nos necesita
nos toca
ser glaciares mal derretidos
el residuo del paisaje
que evitan los
focos registrar con la cámara
y se alimenta de la luz colada
entre
los mínimos hoyitos
que
porque algo nos queremos
dejamos que se agranden
todo el
tiempo