"cada uno en su lengua puede exponer recuerdos, inventar cuentos, emitir opiniones; a veces incluso adquiere un estilo hermoso, que le proporciona los medios adecuados y le convierte en un escritor valorado. pero cuando se trata de urgar por debajo de los cuentos, de hacer mella en las opiniones y de alcanzar las regiones sin memorias, cuando hay que destruir el yo, no basta con ser un "gran escritor", y los medios deben resultar siempre inadecuados, el estilo devenir en no estilo, la lengua libera una extranjera desconocida, para que uno alcance los límites del lenguaje y devenga otra cosa que escritor" Gilles Deleuze
30.12.10
contemplación
en el otro extremo de mi vida está el horizonte. me separa de él la línea de la tierra. no hay mar en el medio, sólo un agujero negro donde me esperan telarañas. aquí no sé si hace calor, porque aunque lo hiciera, el viento lo superaría enormemente, al punto de espantar a los reptiles y llevarse despiadado las flores más hermosas. se me impone a los ojos, me los llena de restos. tengo que cerrarlos, no puedo ver. quizás se haya acercado el final del mundo en ese mismo instante, porque el tiempo sabe extraño en este punto del planeta. se burla de él, y el sol sale cuando en el mundo es aún de noche. y se va a dormir para recibir a la noche a pleno mediodía. yo, mientras tanto, permanezco. no parece que pasara nada por mi cuerpo. está inmóvil, pero no lo estoy por dentro, quizás se mueven mis jugos gástricos, mi saliva, mi sangre acelerada. se mueve todo y es como una licuadora incansable que no se queda quieta. me exige que me vaya. pero otra vez el sol, el cielo, la tentación pecadora de permanecer a donde dios no quiere. me pregunto si me estará mirando desde alguna nube, aunque más bien creo que allí hay otra cosa. viejos ancestros que dejaron las vasijas que decoran los museos, y que esperan que haga algo entre tanta polución. quizás con mirarlos les baste, quizás no. más no puedo hacer, porque el viento se ha potenciado en estos años que parece que pasaron. aunque hayan sido, tal vez, minutos miserables que no valen nada para los hombres. no sé si soy persona ahora, también lo estoy dudando, porque no me rodean más que plantas y aire pesado por las grandes ráfagas. y me pregunto en qué cosa me habré convertido, un lagarto, una amapola, un alerce, y si iré a reconocerme cuando me mire al espejo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario