El idioma del presente es seco, puntual, directo, frío, insensible. Es mensaje agresivo, es realidad. Es concreto y neutral, dice y no dice nada. Es un lenguaje limitado y general, grita, vocifera, halaga o insulta, no se equilibra, no reparte ni se abre. Generaliza. Habla por hablar, nunca se calla porque necesita desesperadamente estar y ser. No hay espera ni silencios, no hay tiempo ni espacio, hay oleadas de palabras sin repartir, que son una sola y dicen una sola cosa. Es literal, no es ambigüo, no es instintivo ni natural. Es porque debe ser y está porque debe estar, aquí y en todos lados, ahora y todo el tiempo. Como si fuera, en realidad, tan necesario.
No argumenta ni justifica, no busca otras cosas, se cierra en él y anda inevitablemente en sí mismo. A todo tiene una respuesta, todo es o no es, se limita al extremo, al saber o no. Es rápido y cuantitativo, es estético y superficial, se adorna y se disfraza para salir. Es en función a la mirada del otro, actúa o deja de actuar según lo otro, lo demás. Cree en la agresión y la violencia, aplica la mente y no el sentimiento. Vive a través de su propia ignorancia y su propio límite, no sabe y cree saber, no sirve y cree servir. Y así sobrevive a través de los años. Importa. Y sabe cómo actuar para seguir estando, seguro y firme: no siente.
Tal vez me pase por leer mucho a Garcilaso. Posteo número 70.
"cada uno en su lengua puede exponer recuerdos, inventar cuentos, emitir opiniones; a veces incluso adquiere un estilo hermoso, que le proporciona los medios adecuados y le convierte en un escritor valorado. pero cuando se trata de urgar por debajo de los cuentos, de hacer mella en las opiniones y de alcanzar las regiones sin memorias, cuando hay que destruir el yo, no basta con ser un "gran escritor", y los medios deben resultar siempre inadecuados, el estilo devenir en no estilo, la lengua libera una extranjera desconocida, para que uno alcance los límites del lenguaje y devenga otra cosa que escritor" Gilles Deleuze
1 comentario:
¿Sabés? Por momentos lo entendí y por momentos sólo creí entenderlo. Y por momentos literalmente no le entendí.
No coincidí en que no era ambigüo, pero después lo hacés ambigüo. No debe haber sido a propósito, o capaz sí. Quién sabe cómo manejás tu genio.
Me gustó, es distinto.
Quiero que sepas que siempre leo, aunque en realidad no siempre. Pero estoy bastante segura de haber leído los setenta. La cuestión es que no firmo porque firmarte siempre para decirte cuán bonitos son y cuánto me gustan no sé. O podría ponerte que te quiero, pero también es lo de siempre.
Capaz porque los genios son siempre así... genios. Una vez genio, genio para siempre.
Sabe que la quiero?
Y que me gusta mucho lo que usté escribe?
Aunque El Banco no me gustó tanto, capaz por sentirlo demasiado personal. O sea, me sentí de más identificada con una visión anterior a mí y no me gustó verme reflejada. No sé.
Publicar un comentario