"cada uno en su lengua puede exponer recuerdos, inventar cuentos, emitir opiniones; a veces incluso adquiere un estilo hermoso, que le proporciona los medios adecuados y le convierte en un escritor valorado. pero cuando se trata de urgar por debajo de los cuentos, de hacer mella en las opiniones y de alcanzar las regiones sin memorias, cuando hay que destruir el yo, no basta con ser un "gran escritor", y los medios deben resultar siempre inadecuados, el estilo devenir en no estilo, la lengua libera una extranjera desconocida, para que uno alcance los límites del lenguaje y devenga otra cosa que escritor" Gilles Deleuze
21.6.08
Invierno.
Ahí está, el invierno. Llega como agazapado a la costumbre. Llega y me saluda nostálgico, arrastrando vientos y lluvias pasadas, recuerdos que están como congelados por el tiempo mismo. Vuelven y me dibujan imágenes viejas y gastadas, se traducen en realidades o vientos o nieblas, se hacen reales como la noche temprana, cuando todo vuelve y se hace más crudo porque el frío se siente en la carne y en los huesos. Por eso apenas se ve aquel cielo estrellado que ahora está lleno de turbias tormentas y lágrimas gruesas, que ahora se hace invisible y turbio en la mirada y en el tacto, y lejano en los labios secos. Que se resquebrajan con el viento y las hojas, se quiebran una y otra vez como reviviendo y buscando el beso que el hielo se llevó, buscan desesperados el refugio húmedo y febril de la luz pero no ven más que noches eternas y encerradas en la melancólica rutina. Así espera el labio ya roto, el día impaciente, la brisa imperceptible y el hombre tan solo. Esperan que se vaya la tristeza que trae junio cuando viene sin querer irse, porque nunca se irá.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario