A veces me pregunto qué sería de mí sin la palabra, una honda fosa llena de nada, un callejón que se inunda de lágrimas, un montón de preguntas sin signos ni dudas, cuerpos sin pasiones y amores sin pasados, dónde volcaría ahora esta pena indefinida, todas y cada una de mis sensaciones extrañas, cuándo y cómo me sorprendería ante mi propia cara, no encontraría ni en el espejo un mejor reflejo de mi tristeza.
Qué haría si no pudiera ponerte un nombre con otras palabras, si no trazara con precisión aquellos paisajes internos, aquellas caras precisas, los cuerpos que fueron míos, también el que hoy es mío pero en otro cuerpo. Qué haría, lloraría sin parar todos los días, como una viuda que no tiene pluma y tiene lágrimas, no me estimularía ya con nada y la vida sería un sinfin de tiempos finitos. Ya las cosas no tendrían esa cara de misterio y desamor, esas frases secretas ocultas en la mirada, ya no intentaría descifrar todo el mundo, porque todo el mundo puede esconderse en una palabra.
"cada uno en su lengua puede exponer recuerdos, inventar cuentos, emitir opiniones; a veces incluso adquiere un estilo hermoso, que le proporciona los medios adecuados y le convierte en un escritor valorado. pero cuando se trata de urgar por debajo de los cuentos, de hacer mella en las opiniones y de alcanzar las regiones sin memorias, cuando hay que destruir el yo, no basta con ser un "gran escritor", y los medios deben resultar siempre inadecuados, el estilo devenir en no estilo, la lengua libera una extranjera desconocida, para que uno alcance los límites del lenguaje y devenga otra cosa que escritor" Gilles Deleuze
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