Se han podrido todos los manzanos
y de ellos el asco y la savia chorrean como muertos
colgados en palos descascarados.
Roncó otra vez la noche ensordecida,
y se posó en los labios de vencidos
con un mensaje de odio entre las manos,
con una vieja sonrisa en la nuca.
A las multitudes no les gustaron las verdades
y asesinaron al mundo, se comieron sus hijos
crudos o enfermos en un impulso divino,
tras el aluvión de vino
que bañó las playas, las costas
y el cielo desolado.
Algunos, sin embargo, se arrinconaron en la sombra
del día que sobraba en horas ignoradas,
y perpretaron palabras con viejas ideas
y revivieron amores de sexo e instantes,
mascando la manzana y a su delicia anticipada.
Tomaron así, las armas cargadas
de futuros tan inciertos como irremediables
y aniquilaron de vida al pueblo entregado,
y plantaron semillas en el camino
justo antes de morir delante del miedo
con el odio en sus manos
"cada uno en su lengua puede exponer recuerdos, inventar cuentos, emitir opiniones; a veces incluso adquiere un estilo hermoso, que le proporciona los medios adecuados y le convierte en un escritor valorado. pero cuando se trata de urgar por debajo de los cuentos, de hacer mella en las opiniones y de alcanzar las regiones sin memorias, cuando hay que destruir el yo, no basta con ser un "gran escritor", y los medios deben resultar siempre inadecuados, el estilo devenir en no estilo, la lengua libera una extranjera desconocida, para que uno alcance los límites del lenguaje y devenga otra cosa que escritor" Gilles Deleuze
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