comienza esta historia con la descripción de un sujeto que
intenta construir una oración aceptable pero no en un sentido
crítico literario social, sino puramente causal, es decir, que sea capaz de
desprender de sí misma una relacionada pero aún mejor, y que esta nueva a su
vez emane un talento terrible para ramificarse pero no como delirio de
borracho sino más bien como madre que a su niño le regala las capacidades justas
para poder volar a buena altura sin comerse el primer árbol,
y así se sabe, sucesivamente, se construye un texto, pero no
se
agarre de sus garrotes, lector rabioso y mal atendido por
empleados municipales, este no es mero metalenguaje, hablamos del sujeto que a
usted le interesa más porque justamente
soy yo.
Es decir, si usted me ha visto alguna vez
sabrá
sacar un provecho morboso de esta
historia del mismo modo que en terapia el psicólogo ríe por dentro cada vez que
uno dice ‘todo es una mierda’ o ‘el problema es mi jefe’,
puede
imaginarme toda loca y encorvada empeñada en la misión inabordable de construir
una enredadera de armoniosas proposiciones, comenzando a rascarme el brazo tras
borrar la primer palabra, sonándome los dedos después de borrar todas las demás
y empezar a escribir esto,
que no es la historia de mí sino
la historia de un sujeto cualquiera que aborda una misión de por sí ya
inabordable
pero
al contrario de mí, que como ser civilizado que soy ya la
abandoné,
no,
no la deja, borra y
vuelve a escribir borra y vuelve a escribir
y aunque usted no lo crea todo le pica y no deja su acción,
un sujeto que usted ingenuamente se ha figurado como Paula
y
ya tiene toda la escena armada en su cabeza,
cada detalle mío inventado, reproducido o distorsionado
componiéndome
para darle en su cine personal unos veinte minutos de relax
intelectualoide y engreído,
mientras se queja de que ya nadie inventa,
de que todos, sobre todo Paula,
escriben sobre no poder escribir
en lugar de ir al psicólogo para que les enseñe el arte sublime que el sujeto
que ustedes han imaginado con mi cuerpo es capaz de hacer sin parar a rascarse
o a mirar la cucaracha que se escondió en la puerta,
y desean en secreto conocerlo alguna vez, preguntarle dónde
está la magia
No hay comentarios:
Publicar un comentario