"cada uno en su lengua puede exponer recuerdos, inventar cuentos, emitir opiniones; a veces incluso adquiere un estilo hermoso, que le proporciona los medios adecuados y le convierte en un escritor valorado. pero cuando se trata de urgar por debajo de los cuentos, de hacer mella en las opiniones y de alcanzar las regiones sin memorias, cuando hay que destruir el yo, no basta con ser un "gran escritor", y los medios deben resultar siempre inadecuados, el estilo devenir en no estilo, la lengua libera una extranjera desconocida, para que uno alcance los límites del lenguaje y devenga otra cosa que escritor" Gilles Deleuze
4.10.08
Leer al otro.
Uno al leer al otro se siente chiquitito. Ve a su letra como una pulga que no tiene importancia alguna, que no es ni será nada y está llena de mentiras disfrazadas por el enrosque. Es un poco frustrante, no mucho porque sabe que al final nadie lo va a frenar, si hay algo en los ojos, en el alma, en las manos que por no poder llorar busca en la palabra el lagrimal perfecto. Así sale entre una y otra oración, sin quejarse y sin mojar, no molesta ni llama la atención. Pero llora quien escribe con ímpetu monstruoso, y en un momento descubre la estabilidad perfecta entre el discurso y el dolor pero sin que nada sea explícito o real. Porque al final pone el punto y se termina todo, quita los ojos del papel garabateado y vuelve a su cuerpo y no pasó nada, vuelve a reirse con ganas y a ser amigo del mundo.
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1 comentario:
Me gusto lo del lagrimal en la palabra. Y es cierto que uno se siente chiquito.
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