Cuando recobren el vuelo las voces calladas, montarán los navíos y circundarán otras tierras. Yo buscaré entre los árboles las versiones nuevas vacilando entre el viento y su calma y sonreiré en la timidez del miedo. Nadie gritará porque no hará falta, nadie correrá porque no habrá meta. El mismo paso nos trazará el camino, no me angustiaré por la ignorancia ni temeré por la mía, porque ese silencio que guardo como a un secreto que podría sucumbir al mundo, primero será un pudoroso atrevimiento, luego tomará la fuerza de las pocas manos que lo empujen y por fin morirá traducido en la propia verdad, la mayor verdad.
Si responde la humanidad con violencia desenfrenada, si me matan a tiros en un impulso animal, que mi sangre siga mojando sus pies plantados a la tierra: yo emprenderé por fin mi viaje hacia todos los oídos del mundo, que elegirán cuándo escucharme, si entre el bullicio de los hombres enojados, desde la punta misma del cerro, o en la invasión extraña de un sueño que dajarán pasar, como si fuera un delirio del inconciente.
"cada uno en su lengua puede exponer recuerdos, inventar cuentos, emitir opiniones; a veces incluso adquiere un estilo hermoso, que le proporciona los medios adecuados y le convierte en un escritor valorado. pero cuando se trata de urgar por debajo de los cuentos, de hacer mella en las opiniones y de alcanzar las regiones sin memorias, cuando hay que destruir el yo, no basta con ser un "gran escritor", y los medios deben resultar siempre inadecuados, el estilo devenir en no estilo, la lengua libera una extranjera desconocida, para que uno alcance los límites del lenguaje y devenga otra cosa que escritor" Gilles Deleuze
19.4.10
4.4.10
El impulso
Cuando me interné en el bar, yo no sabía lo que hacía. Supongo que fue un poco ella, también las arrugas asomadas, el monótono pesar de la muerte. Me descubrí solo: había algo en mis manos que no cargaba con la voluntad de la risa, con la palmeada en la espalda... Qué increíble su cuerpo, qué cosa ahora el mío. El golpe del tiempo, la morbosa realidad del hombre, uno tras otro los vasos de whisky, todo en un instante sagrado, como si Dios me hubiera dicho hacelo, ya no valen las procesiones ni los rezos, hoy por fin sos persona libre y mediocre, es tuyo el mundo. Creo que estaba la cama desarmada, esa neblina pesada de humo de cigarrillo, su foto tirada en el piso por una reacción que no recordaba, y todo así pasó y de repente estaba acá, como siempre, la luz nunca deja ver nada salvo el brillo inútil de la barra, o su imagen mentirosa a mi lado.
1.4.10
La decisión, la enseñanza y la vida

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