30.3.08

¿Porqué no ser un poco narcisista a veces?

Vengo a hablar de mí, un rato. A veces siento que me cuesta autodefinirme, supongo que a todos nos cuesta. Cambiamos según las circunstancias, las situaciones, las charlas, los problemas. Nos adaptamos, o adaptamos lo que somos para sentirnos bien en ciertos momentos, con cierta gente. Queremos agradar, o disgustar, o estar cómodos. Creo que algo así me pasa... sos tímida o extorvertida? simpática o antipática? sincera o mentirosa? Tal vez no sepa dónde estoy parada, pero no sé responder esas preguntas, por eso en ciertos momentos creo que no soy yo la que hace ciertas cosas, la que dice otras, la que reacciona de tal o cual manera. Porque me voy adaptando, observo las circunstancias e intento encajar en ellas de alguna manera, ya sea callándome, o hablando, o siendo simpática o no siéndolo. Tal vez llegue un momento en el que realmente se ve una esencia, que al fin y al cabo siempre está, y es ahí donde me siento mejor. Cuando dejo de lado esas ganas de adaptarme y de sentirme cómoda que creo son normales para responder a lo que soy yo, a mí misma. De cualquier manera, creo que hay ciertos instantes, si se me observa (aunque no creo que haya alguien demasiado interesado en observarme) en los que es evidente mi verdadero ser, de alguna manera. Como si no pudiera cambiarlo, ni ocultarlo. Como si en el fondo mi rareza, mi particular manera de ser me delate por completo. Y ya no está esa adaptación, esa otra visión.
De cualquier manera jamás me adapté a las circunstancias siendo "parte de la masa" o diciendo cosas que realmente no pienso o no siento. Porque creo que todo parte de una misma base, que me limita a la hora de hacer ciertas cosas. Y a pesar de mi edad creo tener la suficiente decisión y personalidad como para no dejarme llevar por las preferencias y los gustos de cierto tipo de gente que, lamentablemente, es la mayoría. Y eso es lo que mejor me pone.

Sé que debería publicar otra cosa de estas que escribo, pero me dieron ganas de hacer esto.
Tomen manzanilla :)

29.3.08

Calla, Catalina.

Tal vez no sea tan complicado,
tal vez tu mirada
sea sólo una.
Tal vez tu voz sea igual, tus ojos,
tal vez soy yo, y estoy sola
y no te extraño, y sí
y me desgarro.
Tal vez no percibas,
tal vez no intuyas,
pero estoy acá,
y no callaré,
aunque no hable,
aunque te quiera.

28.3.08

Estación.

Esos otoños llenos de promesas, ese frío y algún amor...
los besos que sabían a sal y a mentiras, y a tu boca que era,
era mía.
y el viento la helaba, y aquellos sudores, y las fragancias...
y mordiendo tus labios, desgarrándote,
haciéndote de mí, llenándote de nada, de lo que creíamos de verdad,
de estupidez.
llenándote de las palabras que se sienten propias, de las miradas ajenas,
de los secretos y esa verdad
esa verdad que era en otoño
llena de promesas, ese frío
y algún amor.

25.3.08

La impotencia.

Y qué intento puedo hacer,
qué otro intento puedo hacer,
más que ese intento de intentarte convencer,
que ese grito que apenas sale,
que esa palabra que apenas respira,
que tus lágrimas y las mías,
que el recuerdo y ese temor
a que todo cambie, que todo vuelva.
Ese temor a desearte,
a esperarte.
Ese temor de hacerme vulnerable a
tu respiración
a hacer de lo más doloroso
el recuerdo de tu voz.

24.3.08

El día a día.

No te duermas tarde, salí de ahí, vení para acá, andá para allá, ¿cómo vas a decir eso? Estás castigada. Ahora no, linda. Límites, no se puede con vos. ¿Qué hiciste? Error, grave error. ¿Porqué aflojaste, Alejandro? Qué se yo... Mamá, llegué. Ah, sí. Genial. No, horrible. No es no... bueno sí. Lloro, no puedo con una adolescente. ¿Para qué me tuvieron? Puta madre, voy a pegar un portazo. El perro se altera che. Si vos no gritaras... No contestes así! Bueno. No, bueno no. Mamá... ¿Quién me mandó a este mundo?

Silencio.

23.3.08

Un momento.

Pongo un cd que me prestó el profesor de guitarra, en ese momento en que no hay nadie en casa y me siento tan feliz. El agua para el café, sin saber calcularla como de costumbre. El comienzo de los temas de jazz, que generalmente es la melodía concreta, me causa una sensación rara, podría llamarse comodidad. Entiendo las notas a la perfección, diferencio el sonido como único. Y empieza a deshilacharse, como si la melodía fuera el tronco y los sonidos que comienzan las ramas, que van armándose a medida que el tiempo avanza, y las ramas se mezclan, se entrelazan, se deforman. Crean ese sonido único, alocado, a veces tranquilo. No hay batería, no hay base rítmica pero son ellos los que la crean, se arma ese esquema que al instante se desarma y se vuelve a armar, nada es definitivo y luego vuelve a lo mismo, como si no hubieran pasado aquellas notas, esa locura, y la calma. La calma que se asemeja a eso que es tan bueno que no podemos creerlo... Y con razón, porque se va como si nunca hubiera estado, y el café está tan delicioso, caliente, con ese toque de leche y una dulzura moderada. Cierro los ojos de vez en cuando para escuchar los solos de guitarra que tan bien me hacen cuando comienza a hacer frío, en esta época que es mi preferida del año. Y ese solo es el que se va armando a medida que pasa, y se define pero no se sabe qué es, si es que la última nota tiene que ver con que ya abrí los ojos y la luz tenue del velador me vuelve a cegar y ya olvidé lo que acaba de sonar, porque cierro los ojos y el tiempo pasó. Ya se termina el café y ahora entra el piano como dominante, superior, y quiere ser él y nada más, y no puede con tanta responsabilidad, resuenan las notas como al aire, y se van armando a medida que ya no asume tanto lo que es, sino que se deja llevar por esos acordes que aparecen y desaparecen como la lluvia o el viento en un día de verano. El sonido de las llaves en la cerradura me interrumpe por un momento, por un gran momento. Apoyo la taza en el piso y bajo el volumen sin sospechar lo alto que estaba, y me incorporo como si no hubiera pasado nada, y ese solo fuera sólo un sonido idiota que apenas me interesa escuchar.

22.3.08

La mosca.

Un bicho volador aparece apenas apago el televisor y prendo el velador. No creo que sea un mosquito, ya se hubiera posado sobre mí y hasta me hubiera picado. Comienza a zumbar, y es el zumbido el que me afirma que se trata de una mosca, mediana, fea, ruidosa. Vuela cerca de la lámpara y se escapa a las sombras, y la pierdo de vista porque vuela rápido. Intento concentrarme en la lectura. En el café, en Oliveira, en los vómitos. Pero me goza su presencia apoyándose sobre la frazada y escapando ante la mínima amenaza de mi mano.
Nunca maté a una mosca. Pienso que porque son más rápidas que los insulsos mosquitos, y porque me imagino que su cuerpo muerto debe tener cosas adentro, como líquidos negros u órganos. Y entre el cadáver figurarían sus ojos redondos, sus finas patas y sus alas transparentes que deben ser como de plástico o nylon, y no sé si tiene cola pero la encontraría a la vista.
No me ganarás, mosca. Esto ya es un problema personal. No me gustaría colaborar con la extinción de cualquier raza animal pero no tenés derecho a arruinarme la madrugada, después de todo... ¿qué te hice? Ni siquiera te sirvo ni tenés que ponerme nerviosa con tu zumbido para acelerar el flujo de mi sangre y poder chuparla más facil como los mosquitos.
Parece que te dormiste o estás comiendo alguna miga. Supongo que dormir bien para vos debe estar comprendido entre el minuto y el minuto y medio... ¿Dormirás? ¿O harás así con las patas como planeando la destrucción del mundo durante tu tiempo libre o mejor dicho, cuando no estás molestando a una pobre adolescente con problemas de insomnio que intenta escaparse por un rato de este trágico mundo?

20.3.08

Vueltas en círculos.

Pienso que las cosas están volviendo a lo que fueron, sólo que con otro nombre. Las reacciones, las palabras, las cortesías, las indirectas, las ilusiones, los pensamientos, las miradas, la incertidumbre, la comunicación, la distancia, la timidez, la inseguridad, los recuerdos. Volver a lo mismo como si nunca hubiera terminado, sentir en uno lo que ya sentí, como si no pudiera dejar atrás el pasado. Como si se repitiera la sensación de no entender nada y al mismo tiempo entenderlo todo, los miedos. Tal vez no pueda definir lo que me pasa pero hay algo que me impide sentirme cómoda cuando lo miro a los ojos. Y pienso en mi dependencia, en que nada de esto pasaría si acaso no hubiera notado ese interés, ese más allá del otro lado, si no tuviera al menos alguna seguridad de que mis ilusiones no se caerán en mil pedazos una vez que todo se sepa. No sé porqué no me dejo llevar en lugar de pensar en lo que pasará. Y todo vuelve a lo mismo, es increíble cómo lo enterrado vuelve a nacer y es inevitable la comparación, el recuerdo. El temor a equivocarme, los besos que ansía mi boca, los abrazos que no tuve, la necesidad de que todo sea mejor a lo que fue. Por momentos pienso que todo esto fue creado por cansarme de esperar, por querer al final merecerme algo, que en realidad no hay sentimiento, ni miradas, ni interés. Sólo ese miedo a la soledad, esa sensación de ya no más. No importa quién, cuándo, cómo. Ya no más, sólo eso queremos.

19.3.08

La inocencia.

Tal vez no te encuentre en el camino a casa, ni reciba tu llamado a las nueve en punto cuando me disponga a pensar en vos. Pero sí tengo la certeza de que algún día, cuando ya esté harta de esperarte, vendrás a mí y entre las sombras no serás nadie más que la desesperación de llenarme de eso que te hizo tan mal, cuando querías estar y el pasado no te dejaba, y sus besos eran el ahogo de quien no quisiste ser, y mi nombre de vez en cuando te torturaba.
Y cuando vengas a mí y quieras volver a ser lo que fuiste, como intentando recuperar el tiempo gastado, ya no estaré allí.

18.3.08

Experiencia.

A veces pensaba que las cosas no funcionaban. Lo miraba y las horas pasaban y cada paso que dábamos era como volver a lo mismo. El tiempo de vez en cuando me despertaba como abrupto y yo me daba cuenta de lo estúpida que estaba siendo, pero qué iba a hacer si él seguía estando ahí casi porque debía estarlo, y el adiós ya había sido pronunciado sin que lo sospechásemos. Si bien sus ojos hermosos seguían derritiéndome y su voz despertaba mis instintos y cada palabra que decía la tomaba y la guardaba para mí (sobre todo si era dulce), era como si no dependiera de nosotros que las cosas se hubieran dado así. ¿Y qué íbamos a hacer? ¿Esperar, besar, llorar? No lo sabíamos y actuábamos como las respuestas a eso que el aire que respirábamos nos decía. Y de un segundo al otro nos despertamos de un sueño que si bien ya había muerto, creíamos que iba a vivir para siempre.

15.3.08

Loco de amor.


Esta locura de verte,
y no saber
si eres o si soy
yo la que te busca.

esta locura de perderme,
en los caminos ya trazados
por el destino
por no conformarme,
por quererte.

esta locura es sana,
es cuerda, es vital
esta locura de amarte,
no me mata,
ni me hace mal
porque sin este amor
estaría más loca
de lo que soy en realidad.

14.3.08

Ella.


¿Y qué pasa si un día la mirás y no es la de antes? ¿Si su rostro, si su boca, si su beso saben a mentira? El tiempo pasará y ella y la gente. Y te vas a ir sabiendo que si amaste o no, no importa. Sus ojos nunca brillaron por ti.

13.3.08

Volver.

Es la imperfección la que te hace perfecta,
el pasado en tu mirada,
las huellas que dejaste.

Es tu nostalgia la que te hace vivir,
la que te disfruta aún más
cuando eres feliz.

Y es en ti donde lloro mis lágrimas,
que se mezclan con las tuyas,
y por eso te dejo ir,
como dejándote ser
lo que siempre quisiste,
volviendo a vos.

12.3.08

El paisaje.

Algunos se preguntan porqué.
yo te miro.
tu rostro lleno de soles,
de ardor,
de pasado.
tu boca se dibuja como una oleada
y me trae sus mejores versos,
los versos que hoy se funden entre recuerdos, y el papel.
mientras son tus ojos tal vez hoy claros,
los que llegan a cada rincon de mi
y me sacan palabras
que salen como luces de aurora,
para amarte, para verte sonreir.

11.3.08

La espera.

Se sentó en el hospital, y el miedo le helaba la sangre, y el diafragma le apretaba, y los ojos se le hundían, y las manos se le endurecían de tal manera que no podía moverlas. El tiempo pasaba tan lento que ya se había olvidado de lo que significaba, y esperaba como quien espera lo que nunca vendrá. La mujer de al lado lo miraba y en un momento le pareció oír unas palabras de su parte, pero apenas las entendió. Creyó estar volviéndose loco, o malo, o desgraciado. Como sabiendo, y llorando, y lamentándose. El reloj ya no hacía el sonido habitual, no había ya olor a remedios y sus ojos seguían mirando esa pared perfectamente blanca, como los delantales, y las sillas, y las noticias, y su mente, y los rostros, y los cabellos, y las manos. Supo que ya no debía estar allí, que ya no importaba él, ni nada, ni esperar. Buscó inútilmente alguna respuesta, hizo fuerza como intentando hacer algo. Pero ya no podía hacer nada, y todo seguía tan blanco como siempre, en aquel rincón de él.

10.3.08

La fugacidad.

Las cosas pasan, y se van,
Tan fugaces.
Observa sino,
Cuan rápido se fue el tiempo,
Que ya ni un rastro
Nos dejó.

Intentos, llantos, palabras.
La impotencia de sentir
A destiempo.

Ser tarde.

Llegar tarde.
Tal vez nos diga,
Que la tardanza no existe.
Sino, la oportunidad.

Basta, no hables más en pasado.
No necesito tus plegarias, no las necesito.
No ves, cómo quien muere por ti
Es solo un vestigio de un pasado
Que dejó marcas.
Como en ti,
El viento.

9.3.08

Agujas.


Cómo pasa el tiempo,
los aires, los mares
los besos.
Cómo pasan manadas
que trinan y gritan y lloran
y te recuerdan,
y también flores, y versos, y vientos
y ojos y manos
y ella y vos.
Pasan instantes, eternindades,
la mala suerte.
Se van momentos, canciones,
copas, cajas, agua, paredes,
segundos, telas,
desaparecen
y aparecen.
Aparece ella
y no es nadie.

6.3.08

Déjalo ser.

Te pierdes en mis suburbios, me pierdo en tus entrañas.
¿Qué somos y qué buscamos? ¿Por qué hoy estás aquí y me miras, indignado, y me buscas, aún perdido?
Te haces parte del mundo, y el mundo es parte de ti. Te hace pedazos, te desangras. Y no eres más que tu propia sombra. No te escondas, ya todos pueden verte. Ni las calles, ni los rincones, ni las esquinas pueden esconderte. Porque eres tú y son todos. Todos son los que saben cuánto te extraño.

5.3.08

Irrealidades.

Tal vez no sepamos encontrar explicaciones, ni razones, ni realidades, tanto creíbles como increíbles, donde ubicarnos a la hora de amar. Tal vez seamos víctimas, o presas, o exóticas especias incapaces de ver, rodeadas de tanta luz, lo que la amargura y la soledad nos dicen.
Y puede que un poco conformistas también seamos, porque un beso, o un encuentro, o una sonrisa nos alegran el día de manera instantánea. Y puede que seamos estúpidos esclavos de la irrealidad por creer en lo que ni siquiera está.
Y si cuando me miras notas un brillo en mis ojos, un quiebre en mi voz, un temblor en mis labios, no esperes una explicación, ni una razón, ni una realidad, simplemente deja que hoy, como todos los días que nos regale la vida, hagamos de un simple beso, los inventos del amor. Esos que nadie hizo ni hará, salvo nosotros dos.

4.3.08

Nada, todo.

Pareciera que el mundo está fabricado a partir de estas pequeñas cosas. De tus besos, de los recuerdos, de una palabra. Que los instantes son el único trozo de tiempo capaz de hacernos felices, que en lo fugaz está lo que nos da el sentido.
Y tal vez sea esa mirada, aquella, el paso del tiempo, la risa, el sol, las gotas. Tus pasos, los míos. Los encuentros, los abrazos, los apegos. Los inventos, las caricias. Un café. El contacto. La oscuridad, la percepción. Las manos, la visión. Tal vez seas vos, verte, recordar. Mirar. Tal vez no seamos nada, sino en este momento. O en el otro. Puede que al observarte entienda, o me confunda. Puede que al tocarte no exista, no crea, no me alcance. Y en ese momento se esconde todo lo que puedo llegar a ser, en una figura, en un roce. En mí. En el tiempo.

3.3.08

El límite.

Miraron la pantalla una y otra vez. Pestanearon, se voltearon, se miraron. Y volvieron a mirar. Todo seguía igual. Tal vez con cierta incredulidad, y un dejo de desconcierto o sorpresa fueron dándose cuenta lo que sus ojos percibían. Y cada vez se hacía mas real. La pantalla ya no lo era, sino un débil límite entre ellas y otros, y otro. Un mundo lleno de algo desconocido, o algo que estaban conociendo, por primera vez.

Y se movió. La mano, algo distorsionada, deforme, sin expresión, como irreal. Se movió, lenta y sigilosamente, acercándose a sus bellas caras y sus ojos atónitos, atravesando el límite con total naturalidad. Y las rozó, las acarició. No era un sueño. Claro que no, ahora la mano se volvía real, tomaba forma, se movía suvamente. Inmóviles, las muchachas vieron cómo de entre los dedos de la hermosa mano salía algo. Algo que habían visto antes, en la “pantalla”, y que había desaparecido en el momento del increíble movimiento. Un bolígrafo, listo para escribir, en cualquier parte. Tal vez en ellas, tal vez en el aire, tal vez en la misma nada. Pero las tocó, también era real. Y la mano ya estaba muy lejos del límite imperceptible, revoloteaba en el aire, a veces las señalaba, como misteriosa. Y el bolígrafo, en otra parte, la esperaba, con tranquilidad. Y en una milésima de segundo, todos se unieron en un mismo punto para dar fin a las diferencias, y aunque ellas no estaban en su lugar correcto, tampoco advirtieron que nunca lo iban a estar. Y ahora menos, porque el límite había sido transpasado, y esta vez, junto a ellas.

2.3.08

Agua.

Bajo la lluvia aún se dibuja tu cuerpo desarmado, y llueve y caen gotas, y otras y otras, y puedo decir sin embargo que me hace bien verlas caer, verte caer. A vos, a tu silueta, al resto de vos y a tus palabras que aún suenan en mí. Todo el tiempo, qué voy a hacer, si todavía, aunque escuche música, me ría con amigos y coma descontroladamente satisfecha de mí, no puedo borrar tu nombre. Es como si estuvieras escrito en alguna parte, en mi cabeza, en un trozo de piel que guardó tu aroma.
Y sé recordar que viniste una vez a buscarme y corrimos bajo la lluvia y nos besamos en algún rincón de la ciudad, sin importarnos la calle ni que tal vez estábamos perdidos. Y qué inútil es recordar esas estupideces hoy, si es verdad que aún puedo correr y besar y perderme. Pero ya no estás aquí.

1.3.08

La distancia.

En realidad, es como si quisiera inventarlo. Lo miro, lo toco, lo acaricio. Busco cada parte de su cuerpo como si fuera mío.
Buscarlo es mirarlo de lejos y dibujar su silueta en mis pupilas, sentir sus labios sobre mis labios, sentir sus manos sobre las mías. Es pretender lo concreto, es no conformarme con el recuerdo. Es crearlo en cada rincón vacío, es pensarlo con ansias de un futuro que está por llegar, con ansias de lo que nunca aparecerá. Es como pintar paisajes en la ciudad, rozar el aire. Diferenciar ojos, manos, bocas, cuerpos. Calores, aromas, sensaciones, miradas, golpes. Es saber a quién amo. No es aquel, ni el otro. Es lo que nunca encontraré.