26.2.13

Un cuento porteño



" La intención de un relato es menos entretener que adoctrinar. Para que un escritor no se vea esclavizado tras las rejas de las categorizaciones, debe aclarar sus objetivos desde el principio. Yo no escribo asi, no hablo asi y no tengo ninguna necesidad de hacerlo, puesto que la complejidad discursiva sólo tiene como consecuencia problemas de comunicación, libres interpretaciones, ambiguedades y por lo tanto una relación muy distanciada y difícil con el lector. Pretendo que nos acerque un mutuo odio - puesto que construir relaciones bellas es cada vez más trabajoso y frustrante - justificado de mi parte por conocer ya lectores de las peores calañas y sospechar por razonamiento inválido que todos son así, y de la suya por hacerle yo la vida más imposible todavia en el momento en que pretende descansar su cabeza con una ficción liviana. "




Estaban un hombre y una mujer caminando en direcciones opuestas. El uno hacia la casa de su madre - Maribel - la otra hacia la casa de su hermana - Sonia. El uno había sido llamado de urgencia por su vecina porque al parecer Maribel habia sufrido una crisis nerviosa producto de la mala combinación de medicamentos psiquiátricos. La otra había sido telefoneada por Sonia tras dos días de buscar de manera obsesiva a su hijo de tres años, que una mañana de las anteriores no se habia levantado de la cama en que estaba acostado, y desde entonces ninguna señal de su paradero había aparecido. La mujer camina con paso pesado, y mirando hacia el suelo, el hombre mordiéndose por momentos los dientes y por otros el cigarrillo que aprieta entre los dedos. Al cruzarse, naturalmente se chocan, debido a las preocupaciones que les afectan la atención. Los hombros, más precisamente, se impactan uno con el otro. La mujer lanza un grito corto, él un gruñido como interno, casi un ronroneo. Se voltean simultáneamente para fulminar al otro con la mirada. La mujer nota que durante la colisión habia dejado caer su cartera al suelo. El hombre la ve, pero no detiene su andar para levantarla. Ella corre, entonces, a recogerla, no sin antes fulminar nuevamente al hombre con la mirada ya colmada de furia. Él parece tener ojos en la nuca, porque advierte esta maldición traicionera y se da vuelta a dovelverle el hechizo. Les parece que no queda otra opción que maltratarse, de lo contrario sumarían un asunto insignificante al caudal de problemas que tienen en la vida. Asi que ella le grita que es un maleducado. Y él que ella una atolondrada. Pero ninguno se siente ofendido, asi que siguen intentando nuevos insultos. Como la agresión no les resulta, prueban con la compasión. 

Mi madre esta enferma y usted se suma a mis problemas. Y mi sobrino desaparecido. Mi madre es adicta a los medicamentos. Mi hermana deja a su hijo de tres años solo todas las noches porque es prostituta. Y solo yo lo sé. Yo también soy el único que sabe el problema de mi madre. Al menos su madre no es prostituta. Al menos su hermana no está por morirse. Siguen un rato largo, a la distancia, gritandose. Ella todavia no recogió la cartera. Cuando la levanta, se le cae un fangote de plata. El hombre es bancario. Calcula unos dos mil pesos, seguramente redondos. Con esto voy a pagar el rescate, porque seguro a mi sobrino lo secuestraron los mafiosos que la usan a mi hermana para descargar su pija. 
El resto de la conversación continúa en un tono similar, es decir, el enfrentamiento de excusas que compiten por ser una más lastimosa que la otra. Nadie lo logra, porque a nadie se le va el enojo y mientras tanto el padecimiento de sus familiares va en aumento. El celular de ella suena. Es su hermana. Que se quede tranquila, que Iván ya apareció. Estaba jugando con el vecino. Dice que ya apareció, que estaba jugando con el vecino que le paga a mi hermana por cogérsela mientras la mujer está de maestrita. Claro que suena el de el antes de que ella se digne a callar. La vecina le anuncia que su madre está muerta porque se dio la cabeza con un árbol asegurando que era el árbol de la sabiduría y de ahí podría absorber todos los conocimientos. Mi mamá está muerta. Usted decia que estaba por morirse, pero admítalo, podria haber vivido un rato más. Sí, porque no se murió de vieja, dice él. Se murió de idiota. Como vamos a morir todos. Y al ella recoger su cartera, su plata, al recuperar su postura nerviosa y continuar en su misma dirección, y al él retomar su camino mientras se prende otro cigarrillo y lo aprieta entre los dedos amarillos y cuando no aspira el humo se aprieta los dientes, pasa una patrulla que titila su luz azul al ritmo de su sirena bulliciosa. Frena abruptamente en la esquina por la que ella estaba por cruzar, y un hombre muy gordo le dice algo al oído, la toma del brazo y la mete en el auto. El hombre, que parece tener ojos en la nunca, se da vuelta y se ríe como un Guasón desubicado. 





Fotos: Ale Rumitti. Modelo: Juanito y Cía.

17.2.13

capicúa y pobre


La mutación cultural del sistema digestivo
Tuvo, entre otras consecuencias, la aparición de criterios
A los que el cuerpo responde y de acuerdo a ellos
Acepta o rechaza los estímulos,
se emociona,
 se enardece
O permanece inmutable.
La poesía ha entrado, durante esta mutación
Como todas las actuales, progresiva e invisible
En la tercer categoría con el rasgo
De parecer de la segunda               
-          Por estar establecida una relación forzosa con la política –
Por lo que ella misma padece un trastorno
Que podemos llamar desamparo o peor aún,
Atención hipócrita, proveniente de sectores sociales opuestos
E incluso desconocidos entre ellos.
Nada más alejado de su objetivo original o mejor dicho, de las intenciones
Que poetas y lectores tenían cuando el sistema digestivo
Tenía una forma menos afectada por el estímulo cotidiano
-          Progresivo e invisible –
De los colores. Algo así como una penetración sin anestesia, sin advertencia ni reparo,
Y así era la poesía y las guerras y el amor y los negocios,
El cuerpo no se emocionaba
No se enardecía
No permanecía inmutable
Era, con sus agujeros mal tapados, digamos, con su
Gama superficial limitada al blanco y negro.




No denoto nostalgia ni un inútil rechazo a lo nuevo
Más bien dibujo el panorama actual de la poesía, como se lo hace
De la política en China, no hay diferencias,
El conocimiento encuentra su mejor fuente en informes objetivos
No importa el origen el autor la tendencia el año
Es una paz, no la poesía, sino el saber:
Eso es como lechuga para el estómago, una caricia suave a los intestinos
El cuerpo se hace una fiesta de placer insípido
Y uno no sabe qué le ha faltado a la lengua, pero no es de importancia.
Quiero decir, y a esto llego, si fuera poesía,
Ya desde la lengua se sabría horrible o peor, sin nada,
Y el cuerpo lo rechazaría, aunque fuera lechuga y digan que no hace mal, etcétera
-          Los informes –
Y es más, si la poesía fuera, no como ahora, una fuente de placer variable
Demasiado sujeta al ánimo,  a la experiencia, a la hora, al sexo, a la atención,
Y no un objeto más que al ingresar el organismo elije
En cuál de los tres canales introducirlo
habría tiempo de preguntarse
Qué es poesía
Que es lo mismo que decir qué es la combinación aleatoria de palabras
Qué es la contradicción interna
Qué es la pulsión por el sufrimiento
Qué es la necesidad de un beso
Qué es la forma mutante de las cosas
Qué es una decisión tomada
Qué es el criterio
Qué es ese cartel azul
Qué es
La mutación cultural del sistema digestivo.