23.9.11

sábado

mañana es sábado. los sábados son días de monopatines: todos salen por todos lados con sus monopatines, me dijo, mientras masticaba un escarbadientes con los colmillos, cosa que lo convertía en un mutante, un asesino que estaba saboreando mis pestañas a través de su saliva pastosa



los monopatines son ruedas, eso es lo curioso, nadie es sino dos ruedas que giran sobre la calle, y se traban a cada paso con baldosas mojadas o, en la mayor parte de los casos, con las mismas irregularidades de las baldosas: nadie construyó el mundo con el objetivo de que uno lo ande, decía antes de tararear una melodía de dulce entonación y siniestro sentimentalismo los que lo construyeron eran también los que andan, escupí un trozo de cartón sin conocer su verdadero origen, si había estado oculto en la comida que había ingerido minutos antes, o se había escapado de un bolo de días atrás, que me estaba dificultando desde hacía días la respiración - hubiera muerto




su boca se torció torpemente, su tez se tornó blanca, su brazo me acarició la mejilla con una ternura que nadie me había manifestado desde mis primeros años, y anduvo entre mis manos como una melodía que intento exteriorizar entre las teclas de un piano, me transformé en el pequeño ser que canta las canciones sobre la muerte y el desprecio de los hombres




como un monopatín andando sobre sus ruedas, usted es un animal carnívoro, y aún no conoce más que su propia carne. eso es la juventud, y baldeó sus pómulos con el agua eterna de todos los manantiales de su cabeza torcida por el gesto forzoso de la mordedura

18.9.11

el trabajo

Desde que las máquinas dominaron mi cabeza hay un ajetreo constante de pensamientos que no apaciguan el correr de las palabras: son, ahora, un torbellino incansable y siniestro que por las noches parece vengarse de mi abandono, y me pica la espalda como enormes pulgas, y deja correr en mí las ideas fascinantes, que me darían después un resultado real del que ellas estarían desligadas. Las palabras antes eran desprendimientos de todos mis sistemas: eran productos y fabricadoras, tejían los nudos de mi garganta, apaleaban mis brazos en los que más tarde encontraba moretones sospechosos, remaban con sus manos grandes en el río de mi inconciencia, eran ellas sin mí pobres criaturas abandonadas, cuando por casualidad las olvidaba al beber café y enamorarme de un hombre cuyo rostro era parecido a la luna en la noche en que amaba a otro.



Al despertar, obedezco a una sucesión de acciones que a mi cuerpo le resultan prácticas y convenientes. No atravieso graves obstáculos, ni me miro al espejo demasiado seguido - por el riesgo inminente de encontrarme con un rostro distinto, una prolongación de las ojeras, un grano inoportuno antes de un encuentro formal - ni consumo mezclas de alimentos que puedan revolver mi estómago e impedirme concretar después el resto de las acciones que mi cuerpo debe encarnar con una obediencia de la que me creía incapaz. Cerebro y cuerpo están desfasados: pertenecen, cuando toman conciencia de sí mismos, a sintonías tan dispares, a preceptos tan opuestos, que un encuentro entre ellos significaría un colapso psíquico. Por eso parece lo más conveniente mantenerlos en puestos diferentes de trabajo. Lugares separados, espalda contra espalda, y, sobre todo, procurar que jamás compartan el momento de descanso.




Mi mente está en un estado crítico, en el que apenas reacciona a los estímulos, y responde muy bien a todo proceso uniforme: basta realizar una acción bien enseñada para obtener el resultado que pretende cierta superficie de la tierra. Su satisfacción es para mí una sensación nueva, y se parece al placer que uno siente al dormir durante muchas horas sin haber sentido antes el mínimo cansancio. Miembros entumecidos, descontrol de los pensamientos, y un deterioro estrepitoso de toda tendencia revolucionaria.




Las palabras vuelven a querer ser nombradas: yo no escribo para nadie, porque ejercen tanta presión sobre mis hombros inclinados, que me esclavicé a ellas de la misma manera en que automatizo mis manos para producir todo aquello que se me escapa: las palabras y las máquinas convirtieron mis horas de sueño en el infierno monstruoso del que me desespero de huir como una niña apresada en un cuarto pequeño. Mi cuerpo y mi mente se encuentran, son bestias que se pelean con grandes sablazos y tienen en la mente estalactitas, y tienen en los ojos un destello de luz azul que ampara sus pómulos abultados. Batallan durante horas en un campo desolado, y siempre despierto antes de que mi cuerpo caiga muerto en el pasto húmedo, como si mi mente se compadeciera de él y me obligara a regresarlo a la paz de su inconciencia, al paso unánime de sus días dormidos.




5.9.11

Fiesta Psicofango!

SkABIO, MÚSICA Y LECTURAS!
sábado 10 de septiembre
21hs. PUNTUAL!!!
en Espacio la Bicicleta (Mar del Plata)

invitación abierta!!!
Bono contribución $5.-


Música en vivo ---> Leaving Moscú
http://www.facebook.com/leavingmoscu

Fotografías ---> Mara Sosti
http://www.fotografiasmarasosti.blogspot.com/


Expone y (en una de esas) dibuja ---> Maria Alejandra Estifique
http://www.estifique.blogspot.com/


LOS LECTORES:

Martín Zariello
http://ilcorvino.blogspot.com/

Alejo Salem
http://alejosalem.wordpress.com/

Nicolás Pedretti
http://tengounlinyerabajolacama.blogspot.com/

Gabriela Cancellaro (Bs. As.)
http://noentiendonada.wordpress.com/

Maximiliano Provenzani (Bs. As.)
http://cuentochino.wordpress.com/

Gonzalo Viñao
http://costanegra.blogspot.com/

Paula Fernandez Vega
http://divaguesdiarios.blogspot.com/

Carolina Bugnone
http://lasletrasynosotrosoque.blogspot.com/

Gastón Dominguez
http://gastondominguezanriquez.blogspot.com/

Ana Luz Mazza
http://analuzpalabras.blogspot.com/

Mariana Garrido
http://borronyversonuevo.blogspot.com/

Lucía Giacondino
http://porlacausaaultranza.blogspot.com/

Pablo Roset (Bs. As.)
http://anecdos.wordpress.com/

y otros!!!



(También festejamos el cumpleaños de Alejo Salem, pero es una sorpresa...)