29.5.10

El pacto

Estoy escribiendo para otros:
me estoy traicionando a mí misma.
Mi rostro me escupe en el espejo,
mi mirada se burla de mi mirada.
Voy en un camino incierto
dónde otros me indican la llegada,
y yo corro con piernas torpes
porque de otros son
(seres de la nada).
Me gritan las voces
las palabras maltratadas
que terminan siendo mías,
viejas, sucias, usadas.

23.5.10

Veinte años.

Siempre fue tan imposible la marcha cuando aparecías, de improviso y violentamente en una frase o en un gesto, yo borracho siempre, vos hermosa, radiante y ausente como esos pasados de infancia o las escuelas de barrio. Yo tan joven y sin embargo tan triste, tan corroído por la nostalgia como un viejo quejoso, fijate qué vergüenza me daba verte apenas, pensar que alguna vez fuiste capaz de entregarme una milésima de tu ternura y yo me lancé a la felicidad que me prometías sin decirme una palabra.
Muñeca, sabés lo que cuesta todo esto, no te das una idea, siempre me costaste como un viaje por el mundo, como una vida entera de lujos y derroches millonarios, me costaste como tener el aliento de la muerte siempre en la nuca. Veinte años, te juro que no más, no, y ya era una tristeza que daba ganas de escribir un millón de poemas, una pesadumbre que nadie entendía porqué pesaba, y era porque no habían visto nunca tus ojos, no como yo los vi, desnudos y soñolientos en la madrugada más profunda y contorneada.
Nunca me voy a cansar de escribirte mientras sea capaz de hacerlo porque esto es como tenerte un poco más de mi lado, sos cuando te creo en palabras el amor por fin concretado, ya no un sueño difuso entre los sueños sino la realidad palpable, mirame, me mirás, sos mía por fin y para siempre, no, no dejo de escribir para que no te vayas. No dejo de escribir para que no te vayas.
Una pequeña pausa, y ya te disipaste. Me dejaste otra vez, como siempre, dejo que me dejes porque así es el mundo, las cosas se van y uno aprende a aguantársela solo, después siempre se sabe lo que pasa, primero perpetrar poemas como un enfermo que sabe que va a morir pronto (no muy bien cuándo exactamente), después nada de eso alcanza y hay que estar con mil mujeres y el vermout otra vez es compañía pero esta vez irremplazable, como los cigarrillos de interminable continuidad, uno atrás del otro como pequeñas balas que golpean la piel avisando que pronto matarán a sangre fría.
¿Para qué todo esto? ¿Por qué seguir dándote vueltas cuando el tiempo debió haberte llevado hace décadas, y yo debería estar casado con otra que, aunque se te parezca, casi no me recuerde a vos? Porque nadie quiere que se vaya a quien amó. Si te amo, no lo sé, probablemente no, ya estoy viejo para amar, para amar hay que creer en algo y en qué voy a creer yo, en qué decime, sino es en lo que veo, que es nada. Pero eso no importa, porque el pasado es mío y hoy lo llevo como a mi carga más hermosa, cuando quiero reír saco tu sonrisa, cuando quiero rozar beso tus labios, cuando quiero llorar tus mejillas, y cuando quiero morir, mi amor, mi para siempre fugaz amor, no tengo que sacar nada. Ya te tengo a vos, acá, para matarme poco a poco, hasta que me hunda por fin en el abismo profundo de tu silueta.

18.5.10

Revoluciones

Se han podrido todos los manzanos
y de ellos el asco y la savia chorrean como muertos
colgados en palos descascarados.
Roncó otra vez la noche ensordecida,
y se posó en los labios de vencidos
con un mensaje de odio entre las manos,
con una vieja sonrisa en la nuca.
A las multitudes no les gustaron las verdades
y asesinaron al mundo, se comieron sus hijos
crudos o enfermos en un impulso divino,
tras el aluvión de vino
que bañó las playas, las costas
y el cielo desolado.

Algunos, sin embargo, se arrinconaron en la sombra
del día que sobraba en horas ignoradas,
y perpretaron palabras con viejas ideas
y revivieron amores de sexo e instantes,
mascando la manzana y a su delicia anticipada.
Tomaron así, las armas cargadas
de futuros tan inciertos como irremediables
y aniquilaron de vida al pueblo entregado,
y plantaron semillas en el camino
justo antes de morir delante del miedo
con el odio en sus manos

10.5.10

Arenas avanzan.

Donde invento mis palabras
y les doy forma de música estridente,
hay alguien esperando por otras
que yo gastaré, quizás, después.
Las mías, mientras tanto, son alondras salvajes
que vuelan en un mar sin fondo;
una boca en una distancia
con bordes azules y celestes
y cielos flameantes con colmenas arrasadas
por un viento ignífugo;
son mentiras y sueños
de laberintos contorneados, son espejos,
deliciosos jugos de la muerte,
paradojas de cuerpo hermoso,
malolientes sobras de los pulcros.
Son suaves caricias de huracanes
y maleables corazones de los muertos
con dibujos de caras en el centro,
con versos indecisos en la mente.
Mis palabras tienen ruedas que giran
en una arena estancada,
maldiciones que nadie nombra
en la sobriedad del mundo.
Tienen intenciones definidas,
resultados predecibles,
invenciones sorprendentes.
Tus palabras, sin embargo,
simplemente son alondras salvajes
que vuelan en un mar sin fondo...

7.5.10

Ocupas

Te dejo atrás del espejo,
donde está mi nariz y mi herrumbre.
Te invito a pasar a mi casa nueva,
en que sos un estante más
en el que no hay libros.
Ojalá te olvides de mis ojos
si es que no querés verlos para siempre,
y te quedes donde te digo,
porque donde estás
ya no me sirve pensarte.

3.5.10

Recordará el lector atento

Se repetía en las hojas el susurro, dos veces las mismas palabras, que me hayas escrito una carta en el siglo veintiuno no podés negarme que es un poco extraño, aunque no sé si estoy peor yo, que te escribo sin que vayas a leerme.
La confusión de tu discurso me pareció vana, como una filosofía barata mezcla de palabras extraídas al azar de un diccionario. Como si te olvidaras de que lo que escribías además de sonar bien tenía que tener un significado, tenía que decirme algo. Hubieras usado más sustantivos concretos, adjetivos mundanos, verbos que se refirieran a una acción que pudiera imaginarme, no más bien ese dibujo de un mundo paralelo en que tu imaginación regía y dictaba las leyes posibles. Entiendo que hayas querido demostrarme la complejidad de tu mente y su superioridad con respecto a mis capacidades de comprensión, pero el objetivo de comunicar no se cumplió, y quizás es por eso que ahora te estoy odiando. Si no hubieras hecho la carta no hubiera sido necesario todo este circo, vos te hubieras quedado aunque sea a la fuerza hasta que por fin te acostumbraras y yo nunca me hubiera enterado de tus molestias y ese paso que estabas dando hacia el odio y que no tenía probabilidad de retroceder. Entiendo que es un poco egoísta mi postura, pero quién no ha sido egoísta, y quién no lo es todo el tiempo en realidad. Si vos te ocupaste de falsear tus actitudes para luego escupirme en la cara con palabras necias, no podés reclamarme absolutamente, y entiendo que no es cuestión de echar culpas, pero después de todo, vos nunca vas a leer esto.
Si hoy te enteraras de cómo terminé, quizás por efecto de tu carta, quizás porque estoy loco, yo sé que vendrías a rescatarme. Hay cosas que a uno lo marcan de por vida. No te voy a decir que fuiste vos la que lo hizo, sino más bien fijate qué te cuentan mis ojos cuando son las tres de la mañana y siento que es demasiado tarde.