16.2.11

sueño con serpientes

las serpientes están brotando de mi boca. pero no pueden, me las tengo que tragar todas mientras me miro al espejo y cuento uno a uno mis defectos. recuerdo que alguna vez no tuve nada: ni una mueca tonta, cómo pude. cómo sabía el café amargo cuando era perfecta, de qué manera el tiempo aplasta las cicatrices. de qué manera las aplastará.

las serpientes tienen gusto a veneno con edulcorante. y me hacen llorar de lo ricas, del ardor en los labios. mi sangre parece brotar naturalmente, como gotea el agua cuando escampa en las paredes de afuera. siempre de afuera. donde están mis serpientes ahora, porque se me escaparon y no puedo tragarlas. creo que una se me parece, pero no me acuerdo de mi cara. estoy llorando profundamente, pienso en un muerto pálido, en un pantano, en las horas del reloj de atrás. las serpientes me están rodeando los pies, para que no me caiga nunca. para que tampoco me mueva. y cierro los ojos con fuerza. ahora otra aparece, y descubro: salen del vidrio de mi espejo, yo las tengo todo el tiempo. hasta que pueda moverme y llegar afuera antes de que sea de noche. ya estoy atada a los azulejos. las serpientes nunca se miran entre sí: siempre me buscan. estoy apretando los puños porque los tengo libres, preparando una piña que las lance fuera de mi vista. pero no tengo fuerza. quiero tanto entregarme a mi boca sucia, a su ardor repulsivo, que no me muevo. y recuerdo tanto el sol que me enceguece. las serpientes están sobre mis ojos, cubriéndome. ya no puedo salvarlo, estaré ciega para siempre, hasta que pueda tragarlas. ya no tengo saliva en el cuerpo, tengo aire pesado de verano. el aire pesado de las cuatro de la mañana.

nunca será otra hora para mi reloj de atrás.

11.2.11

cine

un niño ve una película de los años cincuenta
quizás antes, donde hombres y mujeres bailan
blancos en un fondo negro
una música que carraspea y a veces es aguda
mientras sonríen detrás de sus sombreros
y se miran falsamente enamorados
muy falsamente
no tan enamorados.
se mece en su sillón marrón brillante
mientras la casa duerme en una paz tan aparente
que sospecha que en cualquier momento
todos renacerán como bestias.
lo olvida. ella lo besa y al niño le brillan los ojos
con asomobro y pudor. la casa calla, cómplice,
los padres duermen sin tocarse demasiado.
ha pasado un hombre borracho cantando un tango
por la vereda desierta. el niño lo olvida porque ahora
él le devuelve el beso con una pasión insospechada
mientras los demás bailan de fondo y negros.
cierra los ojos. se imagina besando a la misma mujer
o a lo mejor una más cercana, como la vecina
que a veces también lleva un sombrero.
vuelve a sonar la música con ritmo regular
pero es sólo un fondo para su amor eterno.
se hunde cada vez más en el sillón, embelesado,
y nunca más abre los ojos
al menos en sus años treinta, quizás después
al menos besando a una mujer con sombrero
y un gesto inquisidor detrás del velo de su sonrisa.

7.2.11

la cáscara

pensamiento continuo. dos copas chocándose en la casa de al lado.
una necesidad cada vez más desbordante de estar sola mientras abrazo todas mis cicatrices
y les saco la sangre y la veo en mis manos.
no debe lavarse la herida, porque la cáscara que la cubre se desprende
no debe lavarse la herida, porque la cáscara
los médicos hacen resonar las campanas de la muerte
cada vez que me clavan los ojos buscando un parecido con el paciente
me quedo sorda cuando me dicen que soy polvo
cuando me dicen que no debo tomar lo que prefiero, que mejor no morir antes de tiempo.
pensamiento continuo. resbalones en una calle mojada
que tiene charcos con tu nombre escrito en el fondo: voy a buscarlo
me empapé las manos, salgo a correr entre la gente lenta
y una vieja me golpea con la cartera y me dice nena sos pelotuda
no puedo darme vuelta para asesinarla. no puedo olvidar tu cuerpo
por cada cosa inútil que me distraiga. un hombre se te parece
pero nunca es el hombre. siempre es otro el que me abraza. debo abrazar
mis cicatrices porque si la cáscara se desprende
sangra.
no puedo olvidarme de tus ojos, creo que estoy llorando.
pensamiento continuo. sacar turno con el médico
ahorrar plata trabajando de costurera, de electricista, de prostituta,
de vendedora ambulante de tortillas
de guardavidas en una playa del centro
los médicos me miran asombrados desde arriba.
pensamiento continuo. clavan sus ojos en una cara que se me parece.