26.11.08

Orden y progreso.

Progresar, a veces, no es más que un comienzo de etapa. No es prolongación, ni cambio, ni restauración. Es un punto final y brusco que se le pone forzosamente a algo, por desgaste o por impaciencia, para abrir otro párrafo sin importar lo que su apertura implica. Lo que vale en la mente, en el progreso propio y puro, es la cosa nueva, ese sinónimo de avance irrefenable, de valentía y renovación, que no siempre mantiene una relación con el afuera, o con el pasado que al fin y al cabo, mal que le pese al hermoso futuro, es el que lo creó, le dio nombre y forma y lo va llevando, tranquilamente y al compás de su mentira arutinada, al brusco final. En cuanto todo progresa, con una perfección increíble, cabe creer que el orden va de su mano, como si fueran hermanitos, a todos lados. Y en cuanto este, traicionero y orgulloso, le va soltando los dedos tan suavemente que casi es imposible darse cuenta, ahí queda tan solo que apenas puede seguir progresando. Y eso pasa siempre, siempre que se cree tanto en las cosas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Sobre todo cuando me lo referís tan desfavorablemente, en sus distintas formas, es extraño que hables del orden y de su imperiosa necesidad de ese modo. Igual me parece que a veces lo necesario para progresar es todo lo contrario.
Te felicito por lo del cuento, amor :)

Anónimo dijo...

Igual... relacionar al progreso con el orden es algo que nunca te había escuchado.

Franco Morales dijo...

te lo voy a recontra chorear esto!!!

en serio...

Estoy escribiendo un libro. y eso va a estar en la portada de un capitulo... (con tu nombre oj corse)
BSONES!