23.9.11

sábado

mañana es sábado. los sábados son días de monopatines: todos salen por todos lados con sus monopatines, me dijo, mientras masticaba un escarbadientes con los colmillos, cosa que lo convertía en un mutante, un asesino que estaba saboreando mis pestañas a través de su saliva pastosa



los monopatines son ruedas, eso es lo curioso, nadie es sino dos ruedas que giran sobre la calle, y se traban a cada paso con baldosas mojadas o, en la mayor parte de los casos, con las mismas irregularidades de las baldosas: nadie construyó el mundo con el objetivo de que uno lo ande, decía antes de tararear una melodía de dulce entonación y siniestro sentimentalismo los que lo construyeron eran también los que andan, escupí un trozo de cartón sin conocer su verdadero origen, si había estado oculto en la comida que había ingerido minutos antes, o se había escapado de un bolo de días atrás, que me estaba dificultando desde hacía días la respiración - hubiera muerto




su boca se torció torpemente, su tez se tornó blanca, su brazo me acarició la mejilla con una ternura que nadie me había manifestado desde mis primeros años, y anduvo entre mis manos como una melodía que intento exteriorizar entre las teclas de un piano, me transformé en el pequeño ser que canta las canciones sobre la muerte y el desprecio de los hombres




como un monopatín andando sobre sus ruedas, usted es un animal carnívoro, y aún no conoce más que su propia carne. eso es la juventud, y baldeó sus pómulos con el agua eterna de todos los manantiales de su cabeza torcida por el gesto forzoso de la mordedura