4.10.08

Leer al otro.

Uno al leer al otro se siente chiquitito. Ve a su letra como una pulga que no tiene importancia alguna, que no es ni será nada y está llena de mentiras disfrazadas por el enrosque. Es un poco frustrante, no mucho porque sabe que al final nadie lo va a frenar, si hay algo en los ojos, en el alma, en las manos que por no poder llorar busca en la palabra el lagrimal perfecto. Así sale entre una y otra oración, sin quejarse y sin mojar, no molesta ni llama la atención. Pero llora quien escribe con ímpetu monstruoso, y en un momento descubre la estabilidad perfecta entre el discurso y el dolor pero sin que nada sea explícito o real. Porque al final pone el punto y se termina todo, quita los ojos del papel garabateado y vuelve a su cuerpo y no pasó nada, vuelve a reirse con ganas y a ser amigo del mundo.

1 comentario:

Ailén :) dijo...

Me gusto lo del lagrimal en la palabra. Y es cierto que uno se siente chiquito.