23.5.10

Veinte años.

Siempre fue tan imposible la marcha cuando aparecías, de improviso y violentamente en una frase o en un gesto, yo borracho siempre, vos hermosa, radiante y ausente como esos pasados de infancia o las escuelas de barrio. Yo tan joven y sin embargo tan triste, tan corroído por la nostalgia como un viejo quejoso, fijate qué vergüenza me daba verte apenas, pensar que alguna vez fuiste capaz de entregarme una milésima de tu ternura y yo me lancé a la felicidad que me prometías sin decirme una palabra.
Muñeca, sabés lo que cuesta todo esto, no te das una idea, siempre me costaste como un viaje por el mundo, como una vida entera de lujos y derroches millonarios, me costaste como tener el aliento de la muerte siempre en la nuca. Veinte años, te juro que no más, no, y ya era una tristeza que daba ganas de escribir un millón de poemas, una pesadumbre que nadie entendía porqué pesaba, y era porque no habían visto nunca tus ojos, no como yo los vi, desnudos y soñolientos en la madrugada más profunda y contorneada.
Nunca me voy a cansar de escribirte mientras sea capaz de hacerlo porque esto es como tenerte un poco más de mi lado, sos cuando te creo en palabras el amor por fin concretado, ya no un sueño difuso entre los sueños sino la realidad palpable, mirame, me mirás, sos mía por fin y para siempre, no, no dejo de escribir para que no te vayas. No dejo de escribir para que no te vayas.
Una pequeña pausa, y ya te disipaste. Me dejaste otra vez, como siempre, dejo que me dejes porque así es el mundo, las cosas se van y uno aprende a aguantársela solo, después siempre se sabe lo que pasa, primero perpetrar poemas como un enfermo que sabe que va a morir pronto (no muy bien cuándo exactamente), después nada de eso alcanza y hay que estar con mil mujeres y el vermout otra vez es compañía pero esta vez irremplazable, como los cigarrillos de interminable continuidad, uno atrás del otro como pequeñas balas que golpean la piel avisando que pronto matarán a sangre fría.
¿Para qué todo esto? ¿Por qué seguir dándote vueltas cuando el tiempo debió haberte llevado hace décadas, y yo debería estar casado con otra que, aunque se te parezca, casi no me recuerde a vos? Porque nadie quiere que se vaya a quien amó. Si te amo, no lo sé, probablemente no, ya estoy viejo para amar, para amar hay que creer en algo y en qué voy a creer yo, en qué decime, sino es en lo que veo, que es nada. Pero eso no importa, porque el pasado es mío y hoy lo llevo como a mi carga más hermosa, cuando quiero reír saco tu sonrisa, cuando quiero rozar beso tus labios, cuando quiero llorar tus mejillas, y cuando quiero morir, mi amor, mi para siempre fugaz amor, no tengo que sacar nada. Ya te tengo a vos, acá, para matarme poco a poco, hasta que me hunda por fin en el abismo profundo de tu silueta.

2 comentarios:

Mica dijo...

Es hermoso, realmente. Me llegó, cuando terminé de leer me agarro una especie de escalofrío. Sos genial Paula.

Anónimo dijo...

ok. estoy acá. no arrugo. y te cuento una pequeña ánecdota (no es copada).
abrí tu blog una vez y lo confundí con el de un gran amigo (no sé en qué estaba pensando)
es más, lo felicité por sus lindas palabras.
el me aclaró que ese no era su blog. y me sentí muy decerebrada y desubicada.
y bueno. no tengo sueño ni muchas cosas mas copadas para hacer, por lo que caí nuevamente acá y me puse a leer y nada. eso. me encantan estos cosos que hacés -mucho-.