12.4.11

capturas

y todos posaron para esa foto sin nombre, sus caras como posters postrados en una pared de adolescente. sonrieron falsos y exorbitantes, auténticos como una pantalla, pero nadie figuraba en la cámara.

el fotógrafo exaltado miró su foto sin planos, sólo un fondo verde y uniforme y una leve luz de sol colándose por la derecha, que iluminaba cuerpos que no estaban, con sonrisas que sólo existieron en su aire durante algunos segundos de un día de primavera nada despreciable. los miró a ellos, volvió a ver su cámara mientras le temblaban las manos. nadie estaba, ni de cerca ni de lejos, ni desenfocados, ni solos. una muchedumbre de personas continuaba posando, mientras él no daba crédito a lo que veía y lo desafiaba con una mirada cada vez más atenta.

no están.

nadie contestó, y volvieron a posar para otra foto, esta vez apretándose los hombros con más fuerza, la chica de la derecha tenía un gesto repulsivo pero intentaba sonreir, y el chico que la tocaba lo hacía como a la musa de sus sueños. los demás no existían, sólo eran cuerpos en un espacio. hecho cotidiano en la cotidianeidad de la vida. pero nadie pudo registrarlo, y el aire no tiene memoria. por eso permanecían en sus posiciones, esperando ser capturados en algún momento.

no están en la foto.

y ellos no corrían a verla, y posaron de un modo agresivo, mostrando sus puños con rudas miradas y piernas inclinadas hacia adelante, algunos lanzados en el suelo como francotiradores, y todo era un sueño inútil de tocar lo inalcanzable. a nadie capturaba el flash, ninguna imagen resultaba de sus cuerpos. eran seres inmundos en un campo verde.

el fotógrafo nunca dejó de buscarlos, aunque era evidente que allí no estaban. y encontró sus bocas entre las nervaduras de las hojas, sus brazos en los grandes troncos de los árboles, y el amor que desprendía la chica de la izquierda en una rama seca que casi se caía, pero no, en aquella tarde de primavera nada despreciable.

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