10.2.09

La libertad.

La encontramos y tenía las alas rotas, su sangre era la lluvia más pura de la tierra y se despertaba cada vez que escuchaba mi susurro frío, le corría por la frente un sudor que espantaba y los ojos se le abrían como intentando salir. Besé las plumas como si estuvieran vivas, y las hice volar. Pero fue el viento, y ella sonrió. La miré, le sonreí, la lloré, la insulté, la sufrí. Otra vez cayó y otro ala se me disolvió en los dedos, y luego fue ceniza y por fin se incorporó cómoda al viento, como la primera, y una a una todas fueron escapándose de mis peligrosas manos. Ella cerró los ojos titubeantes y fríos, me besó la punta de los dedos y poco a poco me los fue congelando. Dos, tres, veinte segundos, pequeñas eternidades, esbozó un gesto indescifrable. Quiso quererme, quiso en verdad quererme, lo quiso con los huesos, con todos los músculos de su carita blanca, con todos los elementos metafísicos que alguien inventó. Pero se disolvió ella también con sus alas, y con la niebla, y con el viento. Y con ella. Y fue libertad.

5 comentarios:

David dijo...

Y ahora, dos palabras:
Conseguiste emocionarme.

GoodOldLeon dijo...

sabes, siempre tuve mis dudas sobre la libertad, en realidad, hasta donde podemos sabermos o decirnos libres... hasta ahora me es un termino enormemente relativo...

abrí un blog nuevo hace poquito, te invito a pasarte

que andes bien, saludos

Ailén :) dijo...

Sos tan genial :)

PD: últimamente estás en búsqueda de un término de libertad. Bah, he visto varias cosas que has encontrado, pero creo que esta es la primera de tu autoría :) Capaz, entonces, ya seas libre (:

La ingeniero dijo...

muy buena, y llena de razon descrita con simples palabras,por aqui andare leyendole

saludos

David dijo...

Y es raro que lo hayas hecho... dejé de creer en la libertad. Quizás pueda volver a hacerlo.