
"cada uno en su lengua puede exponer recuerdos, inventar cuentos, emitir opiniones; a veces incluso adquiere un estilo hermoso, que le proporciona los medios adecuados y le convierte en un escritor valorado. pero cuando se trata de urgar por debajo de los cuentos, de hacer mella en las opiniones y de alcanzar las regiones sin memorias, cuando hay que destruir el yo, no basta con ser un "gran escritor", y los medios deben resultar siempre inadecuados, el estilo devenir en no estilo, la lengua libera una extranjera desconocida, para que uno alcance los límites del lenguaje y devenga otra cosa que escritor" Gilles Deleuze
29.6.08
Los restos.

28.6.08
El idioma del presente.
El idioma del presente es seco, puntual, directo, frío, insensible. Es mensaje agresivo, es realidad. Es concreto y neutral, dice y no dice nada. Es un lenguaje limitado y general, grita, vocifera, halaga o insulta, no se equilibra, no reparte ni se abre. Generaliza. Habla por hablar, nunca se calla porque necesita desesperadamente estar y ser. No hay espera ni silencios, no hay tiempo ni espacio, hay oleadas de palabras sin repartir, que son una sola y dicen una sola cosa. Es literal, no es ambigüo, no es instintivo ni natural. Es porque debe ser y está porque debe estar, aquí y en todos lados, ahora y todo el tiempo. Como si fuera, en realidad, tan necesario.
No argumenta ni justifica, no busca otras cosas, se cierra en él y anda inevitablemente en sí mismo. A todo tiene una respuesta, todo es o no es, se limita al extremo, al saber o no. Es rápido y cuantitativo, es estético y superficial, se adorna y se disfraza para salir. Es en función a la mirada del otro, actúa o deja de actuar según lo otro, lo demás. Cree en la agresión y la violencia, aplica la mente y no el sentimiento. Vive a través de su propia ignorancia y su propio límite, no sabe y cree saber, no sirve y cree servir. Y así sobrevive a través de los años. Importa. Y sabe cómo actuar para seguir estando, seguro y firme: no siente.
Tal vez me pase por leer mucho a Garcilaso. Posteo número 70.
No argumenta ni justifica, no busca otras cosas, se cierra en él y anda inevitablemente en sí mismo. A todo tiene una respuesta, todo es o no es, se limita al extremo, al saber o no. Es rápido y cuantitativo, es estético y superficial, se adorna y se disfraza para salir. Es en función a la mirada del otro, actúa o deja de actuar según lo otro, lo demás. Cree en la agresión y la violencia, aplica la mente y no el sentimiento. Vive a través de su propia ignorancia y su propio límite, no sabe y cree saber, no sirve y cree servir. Y así sobrevive a través de los años. Importa. Y sabe cómo actuar para seguir estando, seguro y firme: no siente.
Tal vez me pase por leer mucho a Garcilaso. Posteo número 70.
25.6.08
Ideas.
24.6.08
Mis más sinceras disculpas.
Espero no asquearte con mi discurso vacío, con mis silencios, con mi ausencia. Espero no arruinarte con las ganas frustradas, con los momentos perdidos, con las desilusiones. Y que me perdones lo que no hice, lo que sí, lo que haré y no sabrás, pensando en que no intento molestar con mi inocencia perdida, con mis sonrisas idiotas, con mi beso sorpresivo. No intento ser más, no intento buscarte. Dejo que pase el tiempo como entregada, y mientras lo aprovecho. Sólo un poquito.
22.6.08
En el banco.
Sabés que apenas me pongo a pensar en vos se me paralizan las entrañas y se me seca la boca, como si la saliva se encerrara entre los dientes y me torturara desde ahí ansiando tu vuelta. Y se me ponen fijos los ojos en cualquier punto que encuentren, y se hace más denso el pasaje de las horas porque te esperamos, ellas y yo, esperamos aburridas el timbre de tu voz. Así podemos quedarnos días enteros, sentaditas con la sangre helada y la voz bien calladita, no vaya a ser que me susurres bajito y que no pueda escucharte. No, tengo que ser cautelosa sobre todo cuando sé que estás más cerca y pienso en vos ya no como la distancia o la ilusión sino más bien como la realidad y hasta me aburro un poco. Porque el pensamiento se vuelve inútil y tonto, porque para qué pensarte y encerrar la saliva y sentarme ahí si de un segundo al otro te podés hacer verdad, te podés hacer hueso, carne y espíritu y así poder mutarte y volverte muchas veces hasta hartarte de nuevo, seguir el causa natural que tienen estas cosas. Para poder desgarrarme en mi propia necesidad, si es lindo saberte lejos mientras se me paralizan las entrañas y mis dientes se cierran buscando tu boca, y esperándote.
21.6.08
Invierno.

17.6.08
Llegó la hora.

13.6.08
El tiempo que pasa.

8.6.08
Metros.

6.6.08
Patrón verbal.
Estaba tal vez demasiado ocupado como para pensar en lo desastrosa que era su vida. De un día para el otro tuda su comodidad, esa seguridad que le brindaba su rutina desaparecieron. Y se encontraba sin nada.
Y la vio. Era ella, o su belleza, o el mal día, o el calor. Venía como despreocupada, contenta, real. Todo lo que a él le faltaba, ella lo tenía. Le preguntó la hora, el nombre, las cosas. Y sin saber cómo ni porqué se prendió la blusa, lo miró a los ojos y caminaron hasta el momento en el que ocurrió, y no supieron qué pasó, fue el alboroto y esa soledad. La irrealidad que los dejó que hicieran y deshicieran, que pudieran, sin importar si debían, sin importar el día.
Era el sol otra vez, como esos días cansados, iguales. La vio y qué iba a hacer más que verla, si allí estaba. Y de pronto todo se cortó, y sin recibir una explicación, se fue como si nunca hubiera estado, y su rostro quedó grabado en su memoria. Pero qué importaba si no estaba, si llegó a su casa y vio a su marido y no le habló, pensar en él la hacía sentir tonta. Tenía su recuerdo tan presente, su ausencia tan inútilmente clavada que apenas entendía cómo había cambiado esa hermosa utopía por la idiota realidad.
Los días pasaron y apenas se guardaban los momentos. Y fue en uno de esos donde había algo, donde se encontraban y donde iban y se abrían al ese mundo donde el encuentro no era más que caer lo que parecía, pero no era.
Y la vio. Era ella, o su belleza, o el mal día, o el calor. Venía como despreocupada, contenta, real. Todo lo que a él le faltaba, ella lo tenía. Le preguntó la hora, el nombre, las cosas. Y sin saber cómo ni porqué se prendió la blusa, lo miró a los ojos y caminaron hasta el momento en el que ocurrió, y no supieron qué pasó, fue el alboroto y esa soledad. La irrealidad que los dejó que hicieran y deshicieran, que pudieran, sin importar si debían, sin importar el día.
Era el sol otra vez, como esos días cansados, iguales. La vio y qué iba a hacer más que verla, si allí estaba. Y de pronto todo se cortó, y sin recibir una explicación, se fue como si nunca hubiera estado, y su rostro quedó grabado en su memoria. Pero qué importaba si no estaba, si llegó a su casa y vio a su marido y no le habló, pensar en él la hacía sentir tonta. Tenía su recuerdo tan presente, su ausencia tan inútilmente clavada que apenas entendía cómo había cambiado esa hermosa utopía por la idiota realidad.
Los días pasaron y apenas se guardaban los momentos. Y fue en uno de esos donde había algo, donde se encontraban y donde iban y se abrían al ese mundo donde el encuentro no era más que caer lo que parecía, pero no era.
3.6.08
Pasado, pasado...
Era precioso mirar apenas alrededor, verte tan íntegro y perfecto, porque te hacías perfecto apenas volvía a verte, una, dos, mil veces. Porque eras diferente cada segundo, cada beso, y eso era lo que me encantaba de vos, cambiabas como si no hubieras existido nunca, así como yo cambié también y ahora quién sabe qué haría si volvieras con tu imagen real, qué haría. Te dejaría ir como dejo ir las cosas que ya no quiero, dejaría que desaparezcas como siempre lo hiciste, te miraría de lejos y apenas, apenas mirándote, sintiendo cómo te voy perdiendo mientras la imagen se hace lejana, luego una silueta, luego una sombra, luego el viento, luego adiós. Y te veré ir casi sin importarme, olvidándome de todo, recordándote como el pasado, la vergüenza, haciendo ajena tu boca aunque me cueste la vida, creando otra boca tal vez más mía, tal vez. Más perfecta.
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