22.6.08

En el banco.

Sabés que apenas me pongo a pensar en vos se me paralizan las entrañas y se me seca la boca, como si la saliva se encerrara entre los dientes y me torturara desde ahí ansiando tu vuelta. Y se me ponen fijos los ojos en cualquier punto que encuentren, y se hace más denso el pasaje de las horas porque te esperamos, ellas y yo, esperamos aburridas el timbre de tu voz. Así podemos quedarnos días enteros, sentaditas con la sangre helada y la voz bien calladita, no vaya a ser que me susurres bajito y que no pueda escucharte. No, tengo que ser cautelosa sobre todo cuando sé que estás más cerca y pienso en vos ya no como la distancia o la ilusión sino más bien como la realidad y hasta me aburro un poco. Porque el pensamiento se vuelve inútil y tonto, porque para qué pensarte y encerrar la saliva y sentarme ahí si de un segundo al otro te podés hacer verdad, te podés hacer hueso, carne y espíritu y así poder mutarte y volverte muchas veces hasta hartarte de nuevo, seguir el causa natural que tienen estas cosas. Para poder desgarrarme en mi propia necesidad, si es lindo saberte lejos mientras se me paralizan las entrañas y mis dientes se cierran buscando tu boca, y esperándote.

4 comentarios:

LA CARICATURA EXISTENCIALISTA dijo...

en situaciones parecidas, he escuchado el "Kind of Blue"

David dijo...

siempre esa pasión en tus escritos...
y más aún cuando terminan todos descuartizados :)

Anónimo dijo...

siempre son tristes, profundos, pero terminan mal o, algunos, directamente empiezan asi.
(entro a tu blog seguido, leo todo lo que escribis, pero no te firmo)

paula dijo...

Pero loco, este último no fue triste, al menos yo no estaba triste cuando lo escribí y hasta era feliz.
Me cago en sus malas interpretaciones.