29.7.08

Aprendizaje.

Desde hace aproximadamente 15 años, estoy aprendiendo. Cuando nací, mis sentidos me obligaron a percibir al mundo, y por eso lloré, por eso molesté a mi mamá y a los vecinos. Después me acostumbré, y hasta saqué de ellos algo productivo: podía comer, podía decir algunas cosas, podía sentir el olor de mi casa, podía tocar todo lo que se me antojara, e incluso romperlo. Caminé tambaleando y muy torpemente sosteniéndome de lo que me rodeaba, y por fin aprendí a caminar sola. Pero apenas lo aprendí, ya tenía que salir el mundo. Tenía que aprender de verdad. Lo que el jardincito me enseñaba, lo que la maestra me enseñaba, lo que el profesor me enseñaba. Y como me acostumbré a los sentidos, me acostumbré a aprender. Sé que San Martín cruzó Los Andes y así de repente liberó a todo el mundo o a casi todo el mundo, que Sarmiento era lo mejor, casi mejor que San Martín, por haber hecho las escuelas (aunque nos enojábamos con él por esa misma razón, siempre en broma y a escondidas de nuestras maestras), que Belgrano se tiró en el pasto, miró al cielo y se le ocurrió que la bandera tenía que ser así. Y todos estuvieron muy felices por eso. También supe que dos más dos era cuatro porque sí, que el numerito que estaba arriba de otro más grande era una potencia y supe lo que significaba. Me enseñaron que tengo que usar preservativos porque si no me voy a morir o me voy a quedar embarazada y eso no les va a gustar a mis papis y menos a mí porque voy a engordar, que no tengo que decir malas palabras porque eso es sinónimo de que no aprendí nada. También, que debo ser heterosexual, que debo ir a la universidad, que debo ser una persona digna. Aprendí que en la vida me voy a cruzar con gente mala, muy mala que me querrá hacer mucho mal. Y que como voy a la escuela y me enseñaron, jamás me harán nada, porque estoy formada. Sé qué es un objeto directo, un sujeto, un diptongo. No sé para qué sirve saber de ellos. No me servirá para defenderme de la gente mala, ni para ser heterosexual, ni para no decir malas palabras. No me servirá, pero tengo que salir al mundo. Tengo que caminar, ya sin agarrarme de los muebles, ya sin caerme. Caminar. Pero nadie, nadie, ni los preservativos, ni Sarmiento, ni las potencias, me enseñó a vivir.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

puta !!!!!!!!!!!

Elena Fuksman dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
David dijo...

y no... nadie te enseña a vivir. nadie sabe algo sobre enseñar a vivir. por eso te enseñan cosas sustitutas que sirven para seguir sin saber algo sobre enseñar a vivir. es como un círculo vicioso.
por cierto, la nena esa... una dulzura :)

Pancho. - Literateadas dijo...

Ni siquiera los [i]sentidos[/i] te van a enseñar a vivir.
Escribís muy bien. Seguí.