6.7.08

El último alivio.

Otra vez era esa sensación, esa puntada en el medio del pecho como un cuchillo o un viento, ese instante detenido en el tiempo a la espera de algo. Mientras la sangre se iba parando poco a poco, se hacía espesa y lenta, no corría ya porque era imposible sentirla fluir. Ahora se detenía y le quitaba el aliento y luego se lo devolvía y luego se lo quitaba. El tiempo era el mismo pero su paso resultaba pesado y gris, y el pecho doliéndole tanto que le daban ganas de arrancárselo desde la piel a las venas o los huesos, liberarse de él hasta quedar desnudo de cuerpos y heridas. Pero no, se quedaba quietito y solo con su propio ardor mientras se le abrían los ojos sin poder cerrarlos, y se le hacían tan grandes y secos, y no podían mirar a otros lados sino quedarse abiertos aferrados a él. Porque el dolor se integraba y se mezclaba entre cada partícula de su cuerpo y de su sangre. Cómo el pecho se le iba abriendo como un puente derrumbándose, roto ya en su propia herida y lloviendo restos de sí, entregado y libre a la vez. Conviertiéndose así los ojos en dos estrellas opacas y tristes, pero otras al fin, los brazos blandos cayéndose al suelo, el cuerpo otro ya, pequeño y liviano, sin pechos ni dolores, solo e inexistente, flotando en el tiempo.

3 comentarios:

David dijo...

leo esto ultimo y me siento re moribundo (mas moribundo aun, ja)
sigo con el sudoku, a ver que tal me va

Runaway dijo...

Hola ^^
Buen escrito,
aunque los otros tambièn me agradaron bastante.
Te agrego a mis links, si no te
molesta.
Un beso.

Carla

Anónimo dijo...

me pasa lo mismo que a david, me hace sentir moribundo este texto
besos nos vemos el jueves