2.5.08

Fragmento 2.

Y percibirlo era eso tan indescriptible, saberlo ahí. Y llegaba la noche y otra vez esa sensación inefable de tenerlo enfrente, y el besar su pelo bajo la luz tenue del cuarto vacío, tan vacío... Porque no iba a volver, estaba tan claro que aún podía llorar en silencio, avergonzada porque lo había visto, sí, y estaba ahí, y cómo podía ser, si en realidad tan lejos estaba que ni una sombra había dejado en ese rincón, en ese cuarto donde las noches eran suyas...
Y en cada trozo de aire estaba su aroma asesino, llamándola, tan seductor que no podía resistir la tentación de dejarlo todo y buscarlo hasta perder la conciencia, dejar esa vida para comenzar otra de infinito descontrol, sólo porque permanecía en ella ahí clavado el olor del pasado, como un puñal que tampoco intentaba sacarse, si era tan feliz sabiéndolo ahí. Si era tan feliz tocando el aire con la yema de sus dedos, sonriéndole.
Y qué iba a hacer, si la noche no terminaba y podía hacer y deshacer a su antojo, el tiempo no funcionaba y su boca reseca pedía a gritos un pasado que no iba a volver, y cómo asumir que era hora de vivir, que no valía la esperanza a la hora de saber que había un mundo, uno sólo y era ese, y él ya no estaba allí.

1 comentario:

Anónimo dijo...

que lindo texto(?) esta bueno .....suerte que sigas escribiendo

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